El legado del Tíbet parte 4 – Iniciación en la pirámide de Lhasa


.:. La llegada al Potala:
Tan pronto estuvieron a los pies del Potala, el monje guió a Khadroma primero por una de las escaleras exteriores que ascendía la edificación enclavada en la pequeña montaña y una vez en el interior lo condujo por entre el laberinto de pasillos y recintos que existen en el palacio,  destinados a incontables menesteres, tanto para atender asuntos religiosos como seglares. Los ojos de Khadroma asombrados ponían atención a cuanto detalle podía observar a su paso tanto en lo relativo a la arquitectura del sagrado recinto como a la vida que llevaban las personas que en él se encontraban. De cuando en cuando algún monje les saludaba con una pequeña reverencia a modo de bienvenida.
El monje se detuvo frente a la puerta de una de las habitaciones de los pisos superiores y dirigiéndose a alguien que se encontraba en el interior, después de hacer una pequeña reverencia, dijo:
- ¡Venerable abad, Khadroma, el discípulo que esperaba, ya está aquí!.
Dicho lo anterior, igualmente haciendo una reverencia dirigida ahora a su compañero de viaje y visitante, dio media vuelta y se retiró dejándolos solos.
El abad,  quien se encontraba de pie mirando hacia el exterior por una de las pequeñas ventanas, apenas distrajo su atención para voltear el rostro y mirar a los recién llegados un breve instante. Continuando con su vista puesta en el exterior se dirigió a Khadroma diciendo-
- ¡Pasa muchacho, te esperaba. Acércate y contempla Lhasa desde esta perspectiva!
Khadroma se acercó a la ventana desde donde de manera extraordinaria podía verse el paisaje y la ciudad que ante sus ojos parecía inmensa. El vidrio era sumamente raro en el Tíbet pues debía traerse desde muy lejos, así que lo común era utilizar papel que permitía el paso de la luz y protegía de la intemperie pero impedía la vista desde y hacia el exterior. Sin quitar de su mirada el objeto de sus meditaciones el abad externó en voz alta.
- ¡Muy pronto esta ciudad y buena parte del Tíbet sufrirán una gran transformación en lo exterior! Soplan vientos de nuevas ideas materialistas y ellas arrastran a las multitudes como rebaños. Afortunadamente el Potala posee una fuerza espiritual que incluso aquellos que no creen en ella respetarán y ello lo preservará casi intacto. Lo mismo ocurrirá con el espíritu del Tíbet, aunque escondido o en exilio prevalecerá y algún día resurgirá aquí nuevamente.
Khadroma escuchaba en silencio a aquel hombre que intuía sabía mucho más de lo que podía imaginar. La reciente visita a la caverna le había permitido conocer secretos de los que muy pocos hombres en el planeta tenían consciencia, pero como le enfatizara su propio maestro, aquello apenas era un aspecto material y el verdadero tesoro del Tíbet era espiritual.
Como si algo que hasta hace unos pocos segundos ocupara el cuerpo del abad se hubiera retirado y su mente regresara de algún lejano lugar, de pronto la expresión de su rostro y el tono de su voz cambiaron radicalmente y desde una dimensión más cotidiana le dijo a Khadroma ahora mirándole de frente.  
- Debes estar cansado y hambriento muchacho. Ha sido un viaje largo, muy largo y apenas empieza. Dispondré que seas llevado a tu habitación donde podrás descansar después de tomar un poco de alimento. Mañana conversaremos y comentaremos los detalles para iniciar tu preparación para la ceremonia.
El abad llamó a uno de los monjes y Khadroma se retiró.
.:. Preparando la iniciación:
Al día siguiente por la mañana Khadroma fue llevado nuevamente con el abad quien lo esperaba para hablarle sobre los detalles relativos a la preparación de su iniciación. A su llegada nuevamente se encontraba con un hombre en un profundo estado, como de trance, y dejando de lado formalidades al verlo frente a la puerta solo dijo de manera más bien seca aunque no por ello descortés.
- Khadroma ¡Pasa, pasa!
El muchacho se acercó al abad quien repitió.
- ¡Khadroma, seguramente conoces el significado del nombre con el que has sido llamado!
A lo que Khadroma respondió
- ¡Si, creo que si!.
El abad entonces continuó diciendo.
- Tiene que ver con el hecho de que, como sabes, desde tu nacimiento fuiste reconocido como un ser muy elevado que se reencarnaba para realizar una misión. La misión que pronto vas a emprender en tierras lejanas. Por ello tienes permiso del propio Dalai Lama para recibir la iniciación que pronto experimentarás mi querido Khadroma, ser celestial. ¡Será un honor iniciarte!
- Para prepararte -explicó el abad- deberás mantenerte recluido en permanente ayuno y meditación desde ahora hasta que se te indique. Tu único alimento será una infusión de hierbas especiales que ayudarán a la limpieza de tus cuerpos: físico, emocional, mental y prepararán tu espíritu.
Dicho lo anterior el abad se dirigió al fondo de la habitación y tomó de una de las paredes una antigua reproducción en tela de un mandala. Una vez nuevamente al lado de Kadroma le dijo.
- ¡Lleva contigo esta imagen a tu retiro y medita con ella!

Aquel momento evocó en la mente del joven los recientes sucesos con su maestro previos a la visita de la caverna. De inmediato reconoció la figura, era el antiguo mandala de Kalachakra, lo tomó con ambas manos, respetuosamente lo enrolló y después de despedirse del abad se dirigió a su habitación.
Los días transcurrieron mientras Khadroma se dedicaba exclusivamente a seguir las indicaciones que se le habían dado. Había colocado el antiguo mandala en una de las paredes para observarlo de día con la luz del Sol y de noche por medio de una lámpara de manteca. Sólo hacía algunas breves pausas para tomar la infusión y hacer algo de oración. Como se le había indicado su meditación central se centraba en aquella imagen.
Como en el caso del mandala anterior, con el paso de los días numerosas imágenes y pensamientos se hicieron presentes en la mente de Khadroma, mismas que éste solo observaba pasar como quien atestigua eventos, pero uno de ellos fue especialmente significativo y resonó dentro de él.
- ¡Una pirámide de cuatro lados!
Algunos días después, aquella ocasional presencia que aparecía de cuando en cuando solo para llevarle infusión y renovar la manteca de su lámpara rompió finalmente el silencio y le dijo.
- ¡El abad lo espera, por favor sígame!
Khadroma fue conducido por entre los laberintos del Potala hasta la parte inferior del mismo, donde ya lo esperaba el abad.  Al reencontrarse se saludaron con una breve reverencia y el monje que había conducido al joven se retiró. Entonces al abad le dijo a Khadroma.
- Diversas señales, incluidas las astrológicas confirman que el momento presente es propicio para proceder a tu iniciación. Veo claramente que la preparación ha sido muy beneficiosa para tus cuerpos así que estás listo, procedamos entonces.
- ¡Sígueme!
Portando en su mano una lámpara de manteca, el abad continuó guiando a Khadroma por entre el laberíntico palacio donde al final de un pasillo llegaron a una puerta que daba acceso a un  pequeño salón. Una vez ambos dentro,  el abad cerró la puerta y por un momento se dirigió a Khadroma para decirle.
- ¡Estás a punto de penetrar en el corazón del Potala, y conocer algunos de los secretos que este guarda! Nada más puedo explicarte pues no venimos a este lugar para hablar sino para que seas iniciado, contactes con tu sabiduría interna y veas por ti mismo. Solo así tendrás conocimiento verdadero. Sin embargo -dijo el abad en tono de advertencia- debo decirte que esta ceremonia es una muerte y por lo mismo de esta prueba no saldrás vivo y solo así saldrás victorioso.
- ¿Estás completamente seguro de querer continuar?
Khadroma no tenía ninguna duda, se había preparado y esperaba ese momento desde hacía muchos años, desde su infancia y aún más allá, así que sin titubear un segundo dijo con tono firme y decidido
- ¡Si, venerable abad, deseo ser iniciado!.
Una vez dicho lo anterior el abad procedió a darle una breve explicación.
Penetraremos en total silencio, mismo que mantendremos en todo momento. Una vez dentro te indicaré el lugar donde permanecerás tres días con sus noches, durante los cuales, auxiliado con los ejercicios respiratorios que tu maestro debe haberte enseñado para esta ocasión y que seguramente debes dominar, enfocarás tu mente solo en el vaciamiento de tu Ser. Una vez transcurrido el plazo vendré a buscarte.
Finalmente el abad le preguntó a Khadroma
- ¿Está todo claro?.
A lo que el interrogado respondió afirmativamente tan solo asintiendo con la cabeza y sin decir palabra.
.:. El corazón del Potala:
El abad dejó por un momento en manos de Khadroma la lámpara que tenía en las suyas y se dirigió a una de las paredes que parecía ser de roca sólida. Después de hacer un movimiento como de empujar algo, una inmensa losa de piedra se abrió dejando entrever un estrecho y obscuro túnel. Tan pronto se detuvo el crujido producido por la roca que se deslizaba, penetró seguido por Khadroma después de retomar la lámpara. Un largo y tortuoso pasadizo descendente los condujo hasta otra estancia cuyas características eran imposibles de apreciar con aquella tenue luz, sin embargo los sutiles ecos de los pasos y la respiración de ambos evidenciaban claramente que era inmensa.
En el aire enrarecido se respiraba un penetrante olor a incienso y manteca rancia de lámpara y entre penumbras era posible adivinar apenas la presencia de incontables objetos, entre ellos antiguas reliquias como estandartes de tela conocidos como thangkas representando diversas figuras, así como figuras de Budha cubiertas de oro y piedras preciosas de diferentes tamaños. De pronto aparecieron algunos extraños ataúdes de piedra sin tapa, con peculiares inscripciones, en cuyo interior se encontraban cuerpos gigantescos yacentes recubiertos de oro que parecían encontrarse en perfecto estado de conservación, como dormidos, casi a punto de despertar y que aunque muy similares a los de un humano destacaba en ellos el hecho de que tenían el cráneo alargado. Khadroma al verlos no pudo contenerse y un apagado ¡Ahh! salio de sus labios a modo de sutil exclamación de asombro, evento que el abad dejó pasar sin darle importancia alguna.
Tan solo unos pocos pasos más adelante el guía se detuvo frente a una gran losa de piedra colocada de manera horizontal sobre el suelo y, como lo había anticipado, en total silencio, señaló con su mano el sitio donde el futuro iniciado debería permanecer el tiempo señalado. Khadroma procedió lentamente a tomar posición y cerrando los ojos se dispuso a meditar. Por su parte el abad dio media vuelta y encaminó sus pasos por el túnel para retirarse dejando la caverna y a sus ocupantes en la más absoluta obscuridad.
.:. La secreta iniciación:
Una vez solo, Khadroma empezó a volverse más y más consciente de diversas sensaciones que lo habían venido acompañando. Por un lado la presencia de un extraño frío que envolvía su cuerpo así como la sensación de que un gran peso lo oprimía. Sentía sobre sí el peso de la montaña pero, intentando evitar que su mente se distrajera, se enfocó tan solo en su meditación. Una vez que sintió que había alcanzado el estado interno requerido se recostó sobre su espalda y empezó a realizar los ejercicios respiratorios que le había enseñado su maestro y que venía practicando desde hacía muchos años, mismos que le habían permitido vivir ya experiencias fuera de su cuerpo físico y adentrarse cada vez más en los secretos de los planos sutiles. Al pensar en ello fue inevitable que el recuerdo de su querido mentor llegara a su mente y que simultáneamente experimentara una ligera emoción de nostalgia. Sin embargo, producto de sus años de entrenamiento en meditación, aunque con un sentimiento de afecto y agradecimiento profundos, se limitó a observar el evento como quien mira el paso de una nube pero mantuvo enfocada su mente en su objetivo.
Pasado algún tiempo de pronto Khadroma empezó a experimentar nuevas sensaciones, una de ellas un adormecimiento que se fue extendiendo a todo su cuerpo, sensación que si bien no le era desconocida, ahora, en aquel recinto, ocurría con mucho mayor intensidad. Igualmente la experiencia de percibir una sutil luminiscencia, previa al desprendimiento corporal, se presentaba pero sumamente amplificada. Pocos segundos después Khadroma finalmente se encontraba flotando fuera de su cuerpo físico el cual podía observar yaciendo inmóvil debajo. Los pequeños haces de energía que comúnmente vinculan los cuerpos sutiles con el físico, se habían concentrado y formaban ahora una cuerda de brillante de luz azulada. El denominado cordón de plata.
En su nuevo estado percibió una luminiscencia igualmente azulada que inundaba la totalidad del espacio, misma que le era familiar de otras experiencias, pero la novedad residía en el hecho de que su intensidad era muy superior a todo cuanto hasta ahora había experimentado. Si bien por el momento aquello era un total misterio, más que preguntarse por su origen, decidió aprovechar el hecho de que la misma le permitía observar con detalle las características del recinto donde se encontraba así como las de los tesoros que este custodiaba. Ahora podía observar claramente las diversas thangkas que rodeaban el espacio donde se encontraban los cuerpos, tanto el suyo como los de aquellos gigantes. Reconocía en ellas las diversas representaciones de demonios que simbolizan los estados inferiores, miedos y pasiones, que el hombre debe trascender antes de ser capaz de alcanzar los estados superiores del Ser, mismos que en plano astral se manifiestan como ilusorias imágenes vivientes capaces de atemorizar a quienes las toman como reales, impidiéndoles el acceso a planos más elevados. Los mismos miedos y pasiones que en el mundo material impiden al hombre el acceso a realidades de mayor felicidad y paz.
Igualmente podía percibir las diversas representaciones de seres moradores de los planos celestiales y que en ese estado se hacían igualmente presentes a fin de servir de guías para quienes estuvieran listos para trascender sus propios demonios y encontrarse con su verdadero Ser. Su sorpresa fue mayúscula cuando entre estos últimos encontró a su querido maestro quien en cuerpo astral lo esperaba. Tan pronto el lama se percató que su antiguo discípulo era capaz de verlo le dijo mentalmente.
- ¡Querido Khadroma, te esperaba!.
De inmediato el discípulo recordó y comprendió aquellas palabras que su mentor le dijera cuando se despidieron. ¡Yo estaré contigo en esa iniciación!.
La emoción fue tan profunda que Khadroma incluso pudo observar por un instante cómo se alteraba ligeramente la respiración en su cuerpo físico que continuaba inmóvil y en posición horizontal, pero su largo y cuidadoso entrenamiento, supervisado por su maestro, permitían que se mantuviera sin salir de su condición astral. Con ello constataba orgulloso el lama que su discípulo era capaz de trascender fácilmente, como lo esperaba, los planos físico y emocional. 
Fue inmediato que Khadroma recordara que en ese estado no era necesario hablar, pues aquello realmente estaba ocurriendo en los planos mentales, donde basta tan sólo con pensar. Aquella presencia que se sumaba a los tantos otros seres de condición elevada que se manifestaban en aquella caverna infundieron una renovada sensación de seguridad en él. Sin embargo tan pronto el lama percibió esta nueva energía en su discípulo le transmitió lo siguiente.
- Querido Khadroma, tú has sido mi maestro en otras vidas y en estos sutiles planos. Tu condición espiritual es más elevada que la mía, de allí tu nombre y para aprender de ti es que acepté la misión de ser tu maestro en esta vida y ahora me es permitido acompañarte al menos un tramo para seguir aprendiendo. Esta experiencia me ayudará en mi siguiente encarnación cuando llegue al final de mi actual vida y deje mi cuerpo después de cumplir con mi misión en la caverna.
Al mencionar lo anterior por un momento se hizo presente en cuerpo astral el anciano ermitaño, a quien el lama había remplazado como guardián y que mentalmente transmitía un mensaje de agradecimiento dirigido al lama mismo que Khadroma pudo percibir. El ermitaño continuaba su existencia y aprendizaje en esos planos liberado finalmente de su cuerpo físico.
El cuerpo astral del ermitaño se elevó hacia el techo de la caverna y desde allí arriba envío el mensaje de que lo siguieran. Khadroma ascendió seguido por el lama, y pudo percatarse que aquella intensa luminiscencia azulada que tanto lo había sorprendido entraba en la parte superior como un pequeño tornado. Ahora, desde la perspectiva que le daba el techo podía observar claramente cómo, tanto la caverna como el túnel que permitía el acceso, eran de origen volcánico y cómo se encontraban enclavados en la pequeña montaña. Tan pronto Khadroma hubo alcanzado aquella comprensión la presencia del ermitaño se desvaneció y entonces una nueva se manifestó.
Más allá de la forma era una elevada energía de amor y compasión quien le llamaba y que,  sin las limitaciones del cuerpo físico,  le guiaba en un ascenso primero por entre la roca y después por entre los muros del Potala. Khadroma de pronto se encontró en un salón donde pudo observar más de una docena de ataúdes con restos mortales que igualmente eran venerados como altares y un momento después se encontró flotando sobre la edificación.
Una vez allí llegó a su mente la palabra Avalokiteshvara y un nuevo estado de consciencia le entregó una nueva revelación. Comprendió que el propio bodhisattva de la compasión era ahora quien lo guiaba, el mismo que se ha encarnado más de una docena de veces en los cuerpos de los respectivos Dalai Lamas, y eran justamente esos los cuerpos que reposaban en los ataúdes que le fueron mostrados momentos antes. Esa misma consciencia que inundaba ahora su mente lo llevó a recordar que el significado de aquella palabra era ‘Señor que mira hacia abajo’ y como una invitación a seguir la interpretación más literal Khadroma volteó la mirada hacia la tierra y desde aquella elevada perspectiva pudo ver mas allá de la ilusoria visión común y recibir una profunda revelación. A su mente llegó la imagen del mandala de Kalachakra y de golpe supo
- ¡El Potala es una pirámide!
Tan pronto tuvo certeza de lo anterior apareció en su mente el rostro del anciano abad que, meditando en su habitación, esbozaba una ligera sonrisa de satisfacción a la vez que le transmitía el pensamiento siguiente:
- ¡Ahora sabes!.
Las imágenes mentales continuaban y la historia del Tíbet, y con esta la del Potala, se revelaban. Khadroma comprendía que la edificación piramidal central era de una antigüedad  mucho mayor que la de los edificios secundarios que eran agregados arquitectónicos con diversas funciones, entre ellas la de servir como recintos que satisfacían múltiples necesidades de los recientes siglos, pero la más fundamental era la de ocultar la estructura piramidal trunca a la vez que resguardaba, por medio de un laberinto, el acceso a la cueva que debajo de esta se encontraba y que era el corazón del Potala.
Las imágenes y las revelaciones continuaban y se adentraban más y más en lo profundo de los milenios. En ellas aparecía El Tíbet bañado por costas, a nivel del mar y la Tierra se encontraba habitada por seres gigantescos como aquellos cuerpos que al lado del suyo descansaban en los sarcófagos. Un violento cataclismo modificaba la geología terrestre elevando diversas zonas a grandes alturas, mientras que otras quedaban completa o parcialmente sumergidas. Literalmente era un torbellino de imágenes como nunca antes había percibido en sus experiencias previas en conexión con los planos sutiles.
Comprendía que todas aquellas experiencias eran producto del hecho de que la forma piramidal concentraba sobre la caverna que se encontraba debajo, diversas energías cósmicas, abriendo con ello portales que permitían la interconexión con planos mentales que trascendían el espacio-tiempo común, así como con seres moradores de diversos planos celestiales y que en ese momento de la iniciación se manifestaban. Energías que impregnaban el cuerpo del iniciado elevando su nivel de consciencia y por ello eran muy importantes el silencio y la intención con que se ingresaba en aquella cámara.
De esa forma, la milenaria función de la caverna como cámara iniciática se potenciaba, pues la forma piramidal actuaba de manera análoga a una antena o un radiotelescopio capaz de amplificar energías cósmicas y que, por el comentario del abad sobre lo propicio del momento astrológico, incluso podía ser dirigida o sintonizada.
- ¿Dirigida hacia dónde?, escuchaba una voz en su interior que le invitaba a reflexionar sobre las posiciones estelares del momento.
De pronto empezaron a llegar a su mente imágenes de múltiples construcciones piramidales ubicadas en territorios con una geografía diversa, pero todas ellas con una característica común. Debajo de ellas se encontraban cavernas muy antiguas, algunas de origen volcánico, como la del Potala, conectadas, entre sí y con las ciudades internas donde habitan los guardianes del planeta, por medio de una extensa red de túneles, que activado por la conexión cósmica era capaz de funcionar como un complejo circuito geo-cósmico, mismo que aparecía totalmente activo en los momentos de mayor alcance tecnológico de las civilizaciones y que ahora estaba prácticamente dormido, con muchas de sus componentes muy deterioradas o destruidas parcial o casi totalmente. 
Una de aquellas imágenes le era muy familiar por las lecciones sobre historia de su maestro. Se encontraba en el desierto, otras al lado y en la zona muchas más. La pirámide central era inmensa y a diferencia de la mayoría parecía no estar truncada. Continuaron las imágenes, entre campos y montañas donde algunas aparecían cubiertas de árboles y ramas que las disimulaban haciéndolas aparecer como simples colinas. Otras incluso se encontraban bajo el mar, o eran cristalinas sin que Khadroma pudiera establecer claramente si las mismas se encontraban en el plano físico en este planeta o incluso en otros o en alguna dimensión más sutil. Sin embargo lo fundamental era la forma. Cuando los materiales eran más frágiles o de menor escala, ello permitía una mayor facilidad en la construcción pero requerían mayor mantenimiento y por lo mismo, en general, no eran capaces de sobrevivir las edades tan bien como las grandes piedras. Khadroma observaba escenas de incontables posibilidades que habían sido exploradas por las diversas humanidades. Igualmente observaba cómo las puntas que remataban las construcciones en algunas etapas se encontraban en los planos sutiles, en otras eran cristalinas o metálicas y en otras de los mismos materiales que las pétreas construcciones, y se le mostraba cómo aquello dependía del nivel de consciencia predominante en el momento, pues esa punta representaba de alguna forma el nivel de conexión espiritual.
De pronto la imagen de una zona un tanto árida apareció en su mente y sobre éste un inmenso conjunto de gran simetría elaborado a base de piedra. En ella sobresalía en la superficie una gran avenida recta que enlazaba dos construcciones piramidales y una plaza con una tercera. La construcción de altura intermedia se localizaba en uno de los extremos de la calzada en dirección a una pequeña montaña y la construcción más alta en el costado derecho. Debajo de esta última aparecía una pequeña caverna. En su interior pudo observar una energía muy similar a la existente en la caverna del Potala pero esta en vez de fluir, se mantenía como encerrada. De ella surgía un sutil sonido formado por tres sílabas cortas que en medio de un apagado eco se repetía. En su interior Khadroma sabía que esa lengua, si bien semejante a alguna lengua oriental formada por monosílabos, realmente le era completamente desconocida. Aquel sonido proveniente de la caverna repetía.
- ME XHIC CO   ME XHIC CO   ME XHIC CO.
De repente algo muy confuso ocurrió. Tan pronto escuchó Khadroma el tercer sonido fue arrastrado de golpe por entre el remolino energético hacia la caverna ubicada debajo del Potala y se encontró de regreso en su cuerpo físico mismo que, sin aún comprenderlo, el abad tocaba suavemente en el corazón mientras le susurraba al oído.
- ¡Khadroma regresa, el plazo y el propósito se han cumplido!.
.:. De regreso a la ilusión llamada realidad:
Aún con el cuerpo muy adormecido el recién iniciado tardó algún tiempo en abrir los ojos y un poco más en empezar a comprender qué ocurría, pues la percepción del flujo del tiempo era muy diferente en la dimensión del cuerpo físico. Con los ojos más bien entrecerrados para evitar una intensa luz,  pudo apenas observar al abad quien meditaba a su lado en espera de su regreso, escasamente iluminado por la tenue luz de una lámpara. Poco a poco su respiración se fue haciendo menos superficial, su cuerpo empezó a recuperar el movimiento y su ojos se abrieron. Finalmente, con la visión bastante restaurada, se incorporó hasta quedar en la misma posición del abad y con ello los rostros de ambos se encontraron frente a frente. Sus expresiones eran ambiguas, por un lado el de Khadroma reflejaba una paz celestial producto del reciente regreso de aquellos elevados planos y por otro un poco de angustia debido al rápido retorno y a las interrogantes que traía consigo. Por el otro lado, el rostro del abad igualmente reflejaba serenidad producto de la satisfacción de haber logrado el propósito a la vez que una ligera tensión por los recientes eventos que tan pronto salieran de la caverna debería revelar al joven.
Sin decir palabra alguna, como ya antes lo habían acordado, el abad se puso de pie seguido por Khadroma. Caminaron por entre los ataúdes que contenían aquellos gigantescos cuerpos, pero ahora, producto de la reciente experiencia así como de una hipersensibilidad visual que aun continuaba, Khadroma pudo observar detalles de los extraños caracteres inscritos en los sarcófagos. Nada que él hubiera visto se parecía a aquello, incluidos unos grabados que se asemejaban mucho a las representaciones de constelaciones estelares, solo que de éstas nada reconocía. Pero ahora sabía al menos que esos cuerpos eran parte de un muy remoto pasado del planeta.
Sin detenerse ni por un segundo continuaron el regreso por el estrecho túnel hasta la pequeña habitación. A diferencia de aquella visita con su maestro en la caverna, ahora el abad no se aseguraba de cerrar los ocultos accesos, hecho que sorprendía a Khadroma. Incluso la puerta de madera que daba acceso a ésta se encontraba ahora abierta, y tanto en la habitación como en el pasillo de acceso algunos objetos que anteriormente no estaban empezaban a acumularse de manera un tanto desordenada.
Una vez fuera de la caverna corazón del Potala, el abad se detuvo para expresarle su inquietud, misma que daría respuesta a las interrogantes de la mente de su acompañante. Rompiendo finalmente el silencio se dirigió a Khadroma diciéndole de manera directa.
- ¡Tan sólo esperábamos que terminara tu iniciación para proceder a llevar a la caverna algunos objetos muy preciados para el Tíbet!. Muchos de ellos del propio Potala y algunos otros traídos de lejanos lamasterios.
Khadroma a la vez que escuchaba y observaba aquello se daba cuenta de que, a diferencia de cuando ingresara, ahora en el pasillo numerosos pasos delataban una intensa actividad. Por una parte todo aquello era ahora un poco más claro, sin embargo no estaba del todo en sí mismo, como lo sabía bien el abad y por lo mismo le dijo por último:
- ¡Te acompañaré hasta tu habitación para que tomes algo de alimento y descanses, mañana hablaremos!.
Hasta ese preciso instante Khadroma se hizo consciente de una ligera debilidad que invadía su cuerpo.
.:. Rumbo a lejanas tierras:
Temprano por la mañana, ya más en si mismo, recuperado por el alimento y el descanso, Khadroma se levantó a meditar teniendo por vista las nevadas cumbres que enmarcaban el Potala. Un poco después el abad se encontraba con Khadroma quien, sin dejar de estar en el presente y de disfrutar la vista que este le obsequiaba, expectante aguardaba su llegada. Ambos se saludaron con una reverencia y fue el abad una vez más quien de manera abrupta rompió el silencio diciendo.
- ¡Las profecías se han cumplido, China invade Lhasa y nos preparamos para resguardar el Potala!. Ha llegado un grupo de extranjeros, entre ellos militares alemanes, quienes nos ayudarán a salvaguardar la integridad física del Dalai Lama, quien ahora se encuentra en el Norbulinka, hasta su llegada a una fortaleza en las montañas. Aunque quizá llegue a ser necesario que salga del Tíbet y deba refugiarse al Norte de la India, en DharamsalaPor la noche nos trasladaremos al palacio de verano donde te presentaré con dos personas de ese grupo. Uno de ellos coronel retirado del ejército alemán y un joven, ambos vienen de un lejano país llamado México.