El legado del Tíbet parte 3 – Los guardianes del espíritu del Tibet

.:. Una antigua cita entre guardianes se cumple:
Ya muy entrada la tarde maestro y discípulo finalmente llegaban nuevamente con el ermitaño quien al verlos entrar a la caverna los saludó apenas levantando la mano dando claras señales de estar impedido para ponerse en pie y saludar con la acostumbrada reverencia. El lama maestro se acercó al ermitaño y junto a él, de rodillas, le hizo una pequeña reverencia. El ermitaño dijo entonces:
- Querido amigo, como ya sabes sólo esperaba tu regreso para dejar mi cuerpo. Mi trabajo en estas montañas ha terminado,  sólo esperaba tu llegada para reemplazarme.
Khadroma, al escuchar aquello, comprendió entonces que su maestro no regresaría con él y que no lo acompañaría a la tan anunciada iniciación para la que tanto lo habían preparado. El lama maestro sabia de los pensamientos que tenía en la mente su discípulo así que se expresó dando respuesta tanto al ermitaño como a Khadroma.
- Así es mi querido amigo y maestro, lo sabía desde que inicié este viaje pues durante el mismo he sentido tu llamado. Es tiempo de que dejes tu cuerpo y yo me quedaré en tu lugar hasta el final de mis días que ocurrirán no mucho después. Como tantos otros ermitaños guardianes de estas tierras deberé ayudar a los monjes que una vez más vendrán a resguardar milenarios tesoros que se encuentran en antiguos lamasterios, una vez allí, los accesos secretos de las cavernas serán clausuradas. El Tíbet se apresta a ser invadido, sus tesoros y parte de su legado dormirá un breve sueño pero su espíritu ayudará al despertar planetario y así retribuirá lo que a su vez por él han hecho antes.
- En cuanto a ti mi querido Khadroma -continuó el lama en tono enfático- ¡No te preocupes! Si bien es cierto que mi cuerpo se queda aquí a cumplir una misión y a acompañar a mi antiguo maestro  ¡estaré contigo en esa iniciación. Te lo prometo!
- Descansa esta noche, mañana por la mañana partirás muy temprano. Donde habita el otro ermitaño te espera un monje que te acompañará y te guiará hasta el Potala en Lhasa donde un abad, uno de los hombres más sabios y cercanos al Dalai Lama está a la espera de tu llegada para que seas iniciado. Yo me quedaré junto a mi maestro meditando y orando.
Por último el lama maestro se puso de pie y sensiblemente conmovido le dijo a su discípulo. 
- Querido  Khadroma, este momento marca nuestro último encuentro. Después de tantos años de estrecha relación finalmente nuestros caminos se separan. Será mejor que mañana por la mañana partas sin que nos despidamos, así será más fácil para ambos. Medita y descansa esta noche pero recuerda…
Haciendo el lama una breve pero bien definida pausa, le dijo a Khadroma en tono enfático:
¡Siempre estaré contigo!
Dicho lo anterior el lama maestro hizo una reverencia que fue respondida por el discípulo y en silencio regresó al lado del ermitaño donde, envuelto en su túnica,  adoptó la postura de meditación y cerró los ojos.
Khadroma, respetando a su maestro, se alejó en silencio y buscó un lugar donde tomar idéntica posición  para meditar primero y más tarde descansar. Esa noche enfrentaría la primera parte de algo que desde niño sabía algún día ocurriría, la separación de su maestro, pero ahora ese evento no se encontraba en el futuro y su preparación de años en el camino del desapego empezaría a enfrentar ahora las más intensas pruebas.
.:. Una solitaria partida:
De madrugada, antes del amanecer, Khadroma se levanto y sin siquiera tomar alimento, en completo silencio, buscó la salida de la caverna. Por un momento tan solo sus ojos se cruzaron con el espacio donde se encontraban su maestro y el ermitaño. La silueta de ambos apenas esbozada por una sutil llama se mostraba idéntica a la última que tenía en su mente y que había capturado la noche previa antes de cerrar sus ojos. Su maestro sentado meditaba al lado del ermitaño quien yacía tendido.
Khadroma, aunque un poco afectado emocionalmente, estaba preparado para los eventos y siguiendo las indicaciones de su mentor se retiraba silencioso buscando, a modo de sosiego, la vista del amanecer en medio de las montañas que estaba presto a ocurrir. Para ello se alejó de la caverna y se sentó a meditar con los ojos abiertos.
Ya con luz de día emprendió el camino hacia el encuentro de la siguiente caverna habitada por el ermitaño donde lo aguardaba el monje que lo llevaría a Lhasa.
.:. Dialogando con el ermitaño:
Horas mas tarde, con el Sol ya en el crepúsculo, a lo lejos pudo distinguir la caverna en medio del desolado paisaje y, un poco más adelante, al ermitaño acompañado por otro personaje, ambos sentados al lado de una fogata tomando alimentos. Recién hubo penetrado al interior de la pequeña cueva escuchó una voz que le dijo.
- ¡Pasa, siéntate con nosotros, te esperábamos. Debes estar cansado, acompáñanos a tomar un poco de alimento!.
Khadroma se acercó y después de saludar y agradecer en silencio a la usanza tibetana consistente en unir las palmas de las manos extendidas frente al pecho y hacer una pequeña reverencia, tomó su lugar alrededor de la fogata.
Comieron en silencio y al terminar el ermitaño se dirigió a Khadroma diciéndole.
- Debes tener una misión muy especial y difícil. Te ha sido permitido conocer un lugar del que muy pocos hombres han oído hablar y muchos menos conocen. El monje que los acompañaba al escuchar lo anterior interrumpió diciendo.
- Yo apenas he escuchado hablar de la existencia de esas legendarias cavernas, pero jamás he estado en una de ellas. ¿Es cierto que allí hay cosas increíbles? -preguntó-.
Khadroma sabía que lo que su maestro le había revelado debía guardarlo para él, al menos por ahora. Su maestro le había dicho que él le indicaría el momento y las personas con las que debería hablar. Ahora que su mentor no estaba con él, no entendía como es que eso podría ocurrir pero aún así debería confiar en su maestro y en su sabiduría, así que siguiendo a su corazón se limitó a decir.
- Es muy poco lo que me fue mostrado y de ello igualmente muy poco pude comprender. Pero ello me confirma que el Tíbet custodia un profundo legado.
- Como sabes -continuó el anciano ermitaño-, uno de los hombres más sabios te espera en Lhasa para una ceremonia muy especial. Para guiarte hasta la ciudad es que te ha venido a encontrar nuestro acompañante.
El monje se limitó a confirmar lo anterior por medio de una pequeña reverencia con la cabeza.
El ermitaño sabía que debía compartir algunas cosas con Khadroma en privado, por lo que aprovechó que empezaba a caer la noche para pedirle al monje que por favor buscara algo más de combustible para calentar alimentos para más tarde y para la mañana siguiente. El monje en silencio se levantó y salió de la caverna. Una vez solos el ermitaño le dijo a Kahdroma
- ¡Yo visité más de una vez esa caverna! pues al igual que tú tenía una misión y recibí la iniciación que tú vas a recibir. Lo mismo ocurrió con tu querido maestro, ¡un gran hombre sin duda!
Khadroma al escuchar aquello no pudo más que asentir con la cabeza para después expresar
- ¿Entonces usted conoce sus secretos?.
El ermitaño respondió diciendo
- ¡Así es querido muchacho!. Al igual que tú los conozco, al menos en parte. Como en el caso de tu maestro y ahora para ti, era necesario, para hacer lo que tenía que hacer,  para realizar mi misión.
Khadroma sentía que debía ser discreto pero igualmente sentía que el ermitaño se estaba abriendo con él por alguna razón, así que confiando en su intuición se atrevió a preguntar con gran respeto
- Venerable anciano, ¿Podría saber algo más de su vida y su misión?.
- Por supuesto -exclamó el ermitaño- en muy contadas ocasiones tengo visitantes y ello sólo cuando es necesario, es parte de la misma misión.
.:. La misión del ermitaño:
- Hace algunas décadas estuvieron muy activos diversos grupos de hombres de otro continente llamado Europa que quizá alguna vez conozcas cuando te marches del Tíbet -dijo el ermitaño dejando entrever, una vez más, que sabía mucho más de lo que imaginaba Khadroma quien continuaba,  atento y en silencio,  escuchando.
- Específicamente de un país conocido como Alemania -continuó el ermitaño- venían buscando las secretas tecnologías de ese remoto pasado de las que ahora conoces detalles, mismas que utilizarían más o menos en secreto para, desde el poder, intentar someter al mundo. Pero no todos buscaban sólo el poder, entre los mismos alemanes había hombres que venían buscando el mismo conocimiento pero para ayudar a liberar a la humanidad y al Tíbet, tanto es así que fueron ellos quienes hace algunos años organizaron una escaramuza para salvaguardar a Thubten Gyatso, el gran decimotercero y muy pronto un grupo de hombres, entre los que se encuentran igualmente algunos alemanes, realizará otra para ayudar a salvaguardar la integridad de Tenzin Gyatzo nuestro actual Dalai Lama, el decimocuarto. Ellos le ayudarán para salir con bien de Lhasa y así cumplir su misión y la del Tíbet con el planeta. Es urgente que partas lo más pronto a Lhasa pues es inminente su ocupación por parte del ejército chino y entonces no podrás ser iniciado. 
El ermitaño observó a Khadroma escuchar muy atento y en total silencio toda aquella conversación, a la vez que percibía en la mente del joven una profunda interrogante a la que intentó dar respuesta a modo de cierre pues ya cerca se divisaba la silueta del monje que regresaba.
- Cuando seas iniciado comprenderás perfectamente cómo todo este mundo material es solo una ilusión que se puede trascender y en esa dimensión trascendente ni el tiempo ni la muerte existen. Es desde esa dimensión que fueron y serán llamados esos alemanes, cada uno para hacer su parte en el juego de la dualidad. Así es como terminé mis días aquí en esta caverna. Una vez que tuve acceso directo a las dimensiones superiores solo me enfoqué en cumplir con mi misión de vida y el resto del mundo dejó de tener interés alguno para mi. Mi misión es aquí en esta caverna, es desde aquí que puedo ayudar a resguardar el espíritu del Tíbet y con ello ayudar a la evolución de la humanidad y hasta del cosmos mismo. Aquí, en mi aparente soledad, meditando, he librado mis más grandes batallas con mis propios demonios, mismas que una vez ganadas me han permitido conocerme un poco más y con ello acceder a nuevas y más profundas dimensiones,  más allá de la muerte incluso.
Dicho lo anterior el ermitaño procedió a guardar silencio. En ese momento se escucharon los pasos que anunciaban el regreso del monje quien segundos después ingresaba a la caverna.
Al verle el ermitaño dijo en un tono un poco menos bajo que aquel que había mantenido durante la conversación.
- ¡Que bien que has regresado!. Es momento perfecto para beber algo caliente y empacar parte de los alimentos que me han traído los monjes lung-gom-pa,  antes de que se vayan a descansar. Mañana  muy temprano deben partir directo rumbo a Lhasa, un largo camino los espera.
.:. Rumbo a Lhasa:
Muy temprano por la mañana Kadroma y el monje, su acompañante y guía, se despidieron del ermitaño y partieron rumbo a la capital del Tíbet. El viaje si bien sería en condiciones más suaves tomaría algunos días.
El intercambio con el monje durante el viaje no podía ser muy profundo pues Kadroma no debía revelarle nada de lo que había visto en la caverna, hecho que había confirmado pues incluso aquel sabio anciano ermitaño había esperado la ausencia de este para hablar con él.
Así que el tema central sería la vida en Lhasa una ciudad eje en la vida del Tíbet, bien conocida por el monje pero de la que apenas sabía algo Khadroma. El monje hacía referencia a numerosas actividades y costumbres religiosas, sociales, políticas y económicas que daban a la ciudad su peculiar y característico sello. Narraciones que ayudaban a Khadroma a prepararse para el encuentro con una ciudad de un tamaño y vitalidad como él no había conocido antes.
Sin embargo su mente, impregnada de las elevadas dimensiones de esos grandes seres que recientemente había dejado atrás, su maestro incluido, estaba poco interesado en el mundo y sus ilusiones. Solo una insistente pregunta resonaba en silencio en su mente.
¿Una pirámide en Lhasa?
Sin embargo aquel monje, quien parecía conocer bien la ciudad pues había vivido toda su vida en ella, no hacía mención alguna a un hecho que para Khadroma era de lo más relevante.
.:. El arribo a Lhasa, la capital del Tíbet:
De pronto en el horizonte apareció una población que claramente era mucho más grande que cualquier poblado que Khadroma alguna vez hubiera conocido. En ese momento el monje dijo
- ¡Ya casi hemos llegado!.
Deteniendo sus pasos un momento y señalando con su mano señaló hacia una imponente edificación que sobresalía a la vista y entonces expresó.
- ¡Ese es el Potala, la residencia de el Dalai Lama. Hacia allá nos dirigimos!.


Dicho lo anterior el guía dio marcha con ritmo revitalizado.
Khadroma a la vez que seguía al monje, mantuvo sus ojos en el Potala. La edificaciones más grandes que hasta ese momento había visto eran algunos monasterios de mucho menor tamaño en comparación y si bien todos ellos, incluido el que ahora admiraba, empequeñecían comparados con las altas cumbres de los Himalayas, la forma y altura de éste lo impresionaron especialmente aún sin entender del todo el por qué.
Poco tiempo después finalmente Khadroma se encontraba con aquella ciudad de la que tanto había oído durante su vida y sobre todo durante este viaje. Mientras caminaba por entre las calles las imágenes capturadas por sus ojos eran confrontadas con aquellas que antes había creado su mente. Era la primera gran ciudad que visitaba Khadroma y su bullicio empezaba a mostrarle algo al respecto de lo que su mentor hiciera referencia antes y que empezaba a perder afuera. El tesoro del silencio, mismo que sin saberlo en el futuro debería mantener más y más dentro de sí.