Epilogo

El amanecer de una luminosa Nueva Era de Paz

Al igual que en otras ocasiones en el pasado, una gran civilización enfrentaba lo que para la mayoría era una inminente destrucción. Una civilización con una compleja organización social, política y económica, llena de comodidades materiales e incontables adelantos basados en el manejo de las fuerzas de la naturaleza era testigo una vez más de el final de uno de los grandes ciclos cósmicos. El ciclo de 26,000 años conocido como giro galáctico marcado en el cosmos por la precesión de los equinoccios, cuyos primeros 13,000 años corresponden al denominado día galáctico, mientras que los restantes 13,000 años a la noche.
Durante el amanecer del día galáctico esa civilización había florecido impulsada por un contacto espiritual que volvía a todos y cada uno de sus ciudadanos sensibles a las más sutiles y elevadas energías del cosmos. Esa consciencia les permitía ser Uno con la naturaleza y hasta con el universo, y de ese contacto se derivaban los valores y principios que regían las relaciones entre cada uno de los miembros de esa sociedad. Sabían que esa era la única posibilidad que garantizaba su evolución de manera pacífica y que incluso su sobrevivencia dependía de la misma pues ellos igualmente eran descendientes de una elevada civilización que había florecido para más tarde desaparecer producto de una ambición desmedida que se había generalizado. Ambición que había sido sembrada colectivamente de manera meticulosa y sistemática por seres de muy bajo nivel de consciencia, sin ningún compromiso con las leyes universales y que lentamente se habían constituido en un secreto gobierno mundial al servicio de las fuerzas más obscuras remplazando al gobierno espiritual del planeta conformado antaño solo por altos iniciados sirvientes de la luz. Esa profunda memoria se mantenía viva por medio de sus mitos y tradiciones más sagradas.
Aquella más antigua humanidad que poco a poco se había ido degenerando fue renovada y los pocos sobrevivientes del ciclo previo que servirían de semillas para el nuevo habían logrado salvarse recuperando un elevado nivel espiritual mismo que les había permitido entrar en contacto y ser guiados por seres igualmente elevados espiritualmente hacía los destinos y circunstancias donde podrían resguardarse de los eventos planetarios que se estaban manifestando producto de diversas fuerzas. Tanto del manejo inadecuado de la compleja tecnología que su civilización había alcanzado y que los gobernantes cegados por la ambición y el materialismo utilizaban en contra de los propios habitantes con el fin de mantenerse en el poder, como de las propias fuerzas cósmicas que actuaban de diversas maneras intentando recuperar un orden Superior que se había alterado de manera significativa debido al adormecimiento de consciencia que, producto de la noche galáctica, se había generalizado cada vez más invirtiendo poco a poco los valores y hacía prevalecer ahora el interés en lo material por sobre el espiritual hasta niveles francamente aberrantes.
Las mismas pruebas enfrentaba una vez más esta elevada civilización y para garantizar la sobrevivencia de los más posibles era indispensable recuperar las claves de ese pasado remoto a fin de enfrentar los eventos que ya se manifestaban y que hablaban de la inminente posibilidad de una renovación por medio de una gran catástrofe en caso de continuar por el mismo camino. Para aquellos seres cuya consciencia espiritual se hallaba despierta existía un único y fundamental objetivo: Reactivar una igualmente compleja tecnología espiritual del pasado que para ese entonces había sido olvidada y que era capaz de elevar la consciencia de la humanidad para ser capaces de manifestar en este plano las leyes de una luminosa dimensión superior, neutralizando con ello la terrible tecnología material predominante y sus nefastos efectos sobre el planeta.
Parte de la historia de esa reciente civilización y su moraleja sobreviven en  la memoria de todos los pueblos del planeta que la recuerdan por medio del mito del diluvio universal, aunque las pruebas arqueológicas de su existencia sean sistemáticamente ocultadas por los mismos intereses que buscan conservar el poder pues saben del peligro que representa para ellos el que la humanidad recupere esa consciencia y se libere. Esta es parte de las circunstancias e historia de aquella civilización comúnmente conocida como La Atlántida cuya leyenda persiste hasta nuestros días.
Ahora en este nuevo final de la noche galáctica, una vez más nuestra actual humanidad enfrenta circunstancias similares y quizá su historia pueda ayudarnos a comprender nuestro presente y acaso nos ayude a modificar radicalmente nuestro destino para dirigirnos hacia una luminosa Nueva Era de Paz.

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El implante mental de la carencia


Busca el reino de los cielos y lo demás te será dado por añadidura
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¿Acaso el mas grande robo que se le puede hacer a un hijo de Dios es la consciencia de su verdadera identidad?.
Una vez que un hijo de Dios se olvida que lo es, olvida que no necesita nada pues él, al igual que Su Padre, ya es abundancia infinita e ilimitada.
Cuando un hijo de Dios olvida que solo debe buscar a Su Padre y Su Reino, El Reino de los Cielos, empieza a buscar en el laberinto infinito de la ilusión fabricado con los implantes mentales de carencia como son, entre otras muchas formas, la pobreza y la enfermedad. Es allí donde el dinero tiene su reinado pues este se convierte en el dios proveedor que remplaza al Dios único y verdadero.

Implantar la idea de carencia es la conspiración última de las tinieblas para sostener su reinado. Para ello el sistema se vale de medios de magia negra como la manipulación mental más burda y evidente por medio de la publicidad y la propaganda difundida por los medios masivos de comunicación que sirven para impulsar y establecer las formas-pensamiento (ideas) colectivas, sueños e ilusiones de formas de vida, así como por medio de otras tecnologías secretas más complejas.
Virus mentales, cuya raíz común es el miedo, como el de la ambición desmedida por tener más que una vez introducido en la mente de la mujer y el hombre lo convierte en esclavo del trabajo que le promete una felicidad que parece cercana pero que realmente nunca se logra alcanzar. Solo el regreso a la certeza de nuestra herencia como hijos de Dios y de nuestro tesoro en el reino de los cielos puede retornar nuestras mentes a la consciencia de plena abundancia que nos lleva al tener menos posesiones materiales, y de allí a la felicidad de un paraíso de abundante Paz que nos libera del implante mental impuesto por un sistema que nos obliga a creer que tenemos que ganar el pan con el sudor de nuestras frentes.
En tiempos recientes se han venido recuperando cada vez más tecnologías de diversos tipos, entre ellas las electromagnéticas que fueron utilizadas en La Atlántida capaces de manipular mentalmente a la humanidad. Igualmente pasadas humanidades han utilizado la tecnología piramidal para recuperar en la mente colectiva la elevada consciencia espiritual de Unidad.
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No somos solo polvo que en polvo se convierte. Somos hijos de Dios.

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Deshaciendo el tiempo


Cuando la consciencia retorna, las grandes pirámides se reconstruyen.  Inevitablemente
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Con el paso de los milenios y la degeneración de la conciencia, el recuerdo del pasado y sus portentosos legados se olvidan, convirtiéndose tan solo en piedras. La sociedad adormecida en busca de lo material inmediato es entonces incapaz de observar, apreciar y comprender lo trascendente y así extravía los profundos mensajes guardados en ellas. Poco a poco, con una cada vez más degenerada mentalidad materialista estimulada por aquellos que buscan el poder, algunas de las antiguas edificaciones sagradas se empiezan a utilizar como monumentos funerarios propios y más adelante un porcentaje de ellas acaba por ser apenas valorada por su posible utilidad como burdo material de construcción. Así, una vez más, se crea el rompecabezas y se revuelven y extravían las piezas que en algún momento aquellos con mayor sensibilidad intentarán una vez más reencontrar y armar.
En las fases previas del despertar, el interés igualmente se centra solo en preguntas materiales. Una de las principales: ¿Como se construyeron las pirámides?, y entonces la honesta admiración por los alcances de esas culturas ancestrales permite empezar a valorar sus elevados logros y así iniciar la búsqueda de las piezas para la reconstrucción. Es en esa etapa, de cada ciclo, que cada vez más y más seres llamados por lo sagrado se van sumando a una paciente y silenciosa labor y, producto de la misma, en el inconsciente colectivo se renueva de manera refrescante y más profunda una vieja pregunta: ¿Con que propósito fueron construidas?.
Con el despertar de la consciencia las voces de antaño que afirmaban de manera simplista ¡Eran tumbas! empiezan a verse revazadas por perspectivas más y más sensibles pero que en su mayoría, aún con una mentalidad materialista, hablan solo de energías físicas. Pero incluso ya en esta fase el recuerdo de estas tecnologías empieza a encontrar fuertes intereses que se le oponen y que son incluso capaces de intentar actos genocidas para evitar que la humanidad  recupere su legado divino.
Solo los caminos de la luz pueden suavizar el ineludible momento donde una nueva humanidad comprenderá y estará lista para beneficiarse, una vez más, de la elevada tecnología espiritual de las máquinas sagradas planetarias.
Y así, de una u otra manera, se cumple una cita cósmica y comienza un nuevo ciclo.
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Entonces la respuesta última que cada sociedad de cada momento de la Historia pudiera dar a esas trascendentes preguntas sobre ¿Quienes y para que se construyeron las pirámides? podría ser: Nosotros, la humanidad, guiados por seres superiores construimos las pirámides para recuperar, una vez más, nuestra conexión con lo sagrado.